intervención de archivo
video
instalación
texto dannys montes de oca & maribel acosta damas
edición de video nicole remy
imagenes de archivo sara gomez icaic
audio migdalia calvo
asesoría jorge fernández torres
La gran incógnita de este metarrelato estuvo en cómo lograr los espacios de participación real en la toma de decisiones, la responsabilidad que implica la libertad y sus limitaciones. La etapa de tránsito hacia un socialismo desarrollado, antesala a su vez del comunismo estaba llena de obstáculos, llevaba implícita las urgencias de la producción material. De ahí lo difícil que se hacía establecer una articulación liberadora entre la masa, entendida como pueblo, sus líderes y el individuo. La mayoría debía transparentar las necesidades más apremiantes de la multiplicidad de individualidades. La Revolución Cubana trató de defender su originalidad, a sabiendas que su proyecto era observado por todas las fuerzas progresistas del mundo, que ya miraban con reserva el socialismo poststalinista. La Campaña de Alfabetización fue el primer intento de instruir a un país que pretendía hacerse valer por crear un acceso democrático al conocimiento. Fue el embrión de un programa educativo que incorporó al arte, la arquitectura y el diseño como aliados esenciales de esta quimera.
Se comenzaron a construir escuelas en el campo que combinaban el estudio con el trabajo, politécnicos, universidades, policlínicos, hospitales, centros científicos y de investigación. Un imaginario que encarnó en visualidades específicas: edificios, uniformes, mobiliario, etc. Se creó una estandarización que apostó por respetar las individualidades creativas que emergieron en esos momentos. Para muchos especialistas esta socialización del arte, a través de la arquitectura y el diseño, tuvo un momento cumbre que se extiende hasta finales de la década del 60. Arquitectos como: Fernando Salinas, Mario Girona, Ricardo Porro, Vittorio Garatti y Roberto Gottardi, entre otros, fueron protagonista de estos sucesos. Lo mismo ocurrió con diseñadores que alcanzaron gran notoriedad, nos referimos a Gonzalo Córdova, María Victoria Caignet y Clara Porset.
La necesidad de crearle un entorno cultural diferente a ese hombre nuevo para que pudiera llegar a formas de hábitat y de educación plena, se convirtió en una emergencia que acompañó en todo momento el discurso político. Mi proyecto no intenta analizar los aciertos o los fracasos de lo que se pretendió hacer en un momento, ni cuestiona como puede verse este asunto en el presente. No me toca a mí, siendo una artista extranjera, emitir ningún juicio. Lo que me propongo es epilogar estos procesos y ver las intercepciones que se dan entre el discurso político y la eficacia estética. Este contrapunto quiero mostrarlo a partir de las posibilidades que me ofrece el lenguaje del arte. De ahí que mi construcción simbólica tome como punto de partida la campaña de alfabetización, y los faroles como elementos constitutivos de una iluminación que pretende alcanzar a un país entero. Al unísono trato de crear un ambiente con altoparlantes, e imágenes audiovisuales que contextualicen lo que significó ese período histórico. Lo que vamos a mostrar, es la manera en que la ética y la estética se unen para crear esa mística que proyectó Cuba hacia el mundo.
Registro de la sala en la Edicion XIV de la Bienal de la Habana, Cuba 2022
Registro en video de la exposición