La utopía y el mar
2023
INTERVENCIÓN DE ARCHIVO
VIDEO
INSTALACIÓN
Curaduria Nelson Ramirez de Arellano
Operación Peter Pan , de ausencia en ausenciacuraduría Jorge VillacortaEdición de video Nicole RemyPiezas Gráficas Camille JacksonAlegatoVideo instalación
Absolut RevolutionLa gran ola
A las páginas de un libro sin letras, como películas silentes en la era del cine mudo, no les falta el sonido, sino que están llenas de silencio, parecen no tener palabras, pero abundan en significados. Estos folios establecen el núcleo gravitacional sobre el cual gira el concepto de esta exposición. Constituyen el punto de encuentro de dos artistas, Sonia Cunliffe y Liudmila & Nelson.
Los pliegos que ostentan aleatoriamente diversos tonos de azul recorren el sueño de crear una sociedad justa. Inscritos con una textura peculiar que se asemeja a un código encriptado por una civilización futura, nos hablan de un mundo en el que todo será mejor. Nunca había visto un libro para ciegos tan colorido. Desde la primera vez intuí que junto a la escritura en Braille existía un código cromático, el orden aparentemente azaroso de los diferentes matices me resultó demasiado singular como para no tener una intención.
Tomás Moro no podría haber imaginado que la utopía tenía un plan, un programa de desarrollo contenido en el alegato de autodefensa del líder del asalto al Cuartel Moncada, el hombre que quiso devolver la democracia republicana a su patria en el año del Centenario del nacimiento del cubano más grande, José Martí. Este plan comenzaba basado en cinco leyes revolucionarias que darían solución a los seis problemas fundamentales que aquejan a todas las naciones del planeta: El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo 1. No existe un lugar donde estén solucionados todos, sin embargo, existe en nuestro imaginario la isla de la Utopía, y si hemos sido capaces de imaginarla, como tantas otras cosas que nos hemos figurado, entonces existe la posibilidad de crearla. Cuba apostó sin dudas por esa posibilidad, una entre miles de millones; una singularidad estadística, una imposibilidad viable a través de la comprensión de los códigos inscritos en esas páginas insondables como el mar que rodea a la isla.
Ambos artistas intentan descifrar los mensajes contenidos en los pequeños volúmenes que sobresalen del papel formando las estructuras que soportan la osadía de construir un modelo de sociedad ajeno a las leyes dictadas por el capital. La pasión de Sonia Cunliffe por la mayor de las Antillas no tiene paralelo, creo que ningún artista extranjero ha indagado tanto sobre nuestra realidad y es sin dudas la peruana que con más precisión ha escudriñado y sacado a la luz la mayor cantidad de verdades sobre nuestra isla misteriosa. Nos ofrece en Alegato, la traducción del texto La Historia me absolverá leído por un ciego, al lenguaje de signos que intenta sincronizadamente comunicarnos un sordomudo. El discurso queda encapsulado en una dimensión inaccesible para los no iniciados.
Liudmila & Nelson por otra parte exploran el libro en una video instalación en la que se ve como lo acarician y recorren sus páginas intentando comprender ese lenguaje extraño, ajeno a los videntes, mientras se escuchan las olas, rompiendo a la orilla del mar. Los intentos por comprender este texto me recuerdan los esfuerzos milenarios de los rabinos cada Sabbath tanteando descubrir el verdadero nombre del creador del universo, guiados por el mismo instinto de hallar la clave para erradicar todos los males del mundo. Texto, subtexto, hipertexto y megatexto, infinita semiópolis, inabarcable como el azul del mar.
¡Qué importa el país de los padres! ¡Nuestro timón quiere dirigirse hacia donde está el país de nuestros hijos! ¡Hacia allá lanzase tempestuoso, más tempestuoso que el propio mar, nuestro gran anhelo! 2
A partir de este punto, los artistas toman caminos separados. Liudmila & Nelson nos presentan una versión actualizada de La gran ola (1997), donde la densidad de los inmigrantes ilegales se va reemplazando poco a poco por inmigrantes legales entre una ola y otra. En apariencias hay un cambio, pero en realidad nos lleva al mismo resultado. Cientos de familias divididas, miles de almas que arriesgaron sus vidas “voluntariamente” cruzando el estrecho de la Florida en balsas o adentrándose en la selva del Darién, confiando su destino a la voluntad del mar o a redes de traficantes. Impulsados por el miedo al destino incierto de su nación y seducidos por los cantos de sirena de una vida mejor en un más allá donde la única libertad bien podría ser la de mercado, pero que desde la precariedad económica se muestra como un paraíso terrenal.
Por otro lado, Sonia explora la distopía de la emigración más oscura de la historia de Cuba en una puesta en escena en la que accedemos a un video psicodélico que taladra nuestras emociones. Entre 1960 y 1962, más de 14 000 niños de entre 3 y 17 años fueron enviados por sus familias a los Estados Unidos con la esperanza de protegerlos de la influencia de la amenaza roja que se cernía sobre la isla. Los niños de Peter Pan fueron separados de sus seres queridos y acogidos, como huérfanos, en instituciones benéficas administradas por la iglesia católica hasta que pudieran reunirse con sus padres cuando estos pudieran emigrar. Tanto sacrificio, tanto dolor, tanta pena, muchas familias católicas cubanas se inscribieron en este programa convencidas por los sacerdotes de que sus hijos corrían el riesgo de convertirse en carne enlatada. La Operación Peter Pan fue sin dudas uno de los frutos más oscuros de la guerra fría, una guerra sin bombas, pero con infinitas víctimas.
Pero quien ha descubierto el país «Hombre» ha descubierto también el país «Futuro de los Hombres». ¡Ahora vosotros debéis ser mis marineros, marineros bravos, pacientes! 2
Para los creyentes en las religiones afrocubanas la persona que abandona la isla debe pedir permiso a Yemayá, aún cuando lo haga en un avión, porque para salir hay que atravesar el mar. Este ha sido siempre en las fantasías insulares y continentales de forma diversa el espacio para la libertad y los sueños, destino y origen.
La Gran Ola, Operación Peter Pan, Alegato y Absolut Revolution (Azul) coinciden como Yevgeny Zamyatin en la novela Nosotros de 1921, precursora de 1984 de George Orwell, Aldous Huxley en Un mundo feliz, Ray Bradbury en Fahrenheit 451, o El cuento de la criada de Margaret Atwood en una idea fundamental, lo más terrible, lo peor que nos puede llegar a pasar es la pérdida de la utopía.
Nelson Ramirez de Arellano Conde
alegato
instalación
cine
operación peter pan de ausencia en ausencia
Detrás del psicosocial que atizó el miedo profundo al comunismo en las clases alta y media de la sociedad cubana, estuvo la Agencia Central de Inteligencia del país del norte, más conocida como CIA, la cual contó con la colaboración de un sector de la Iglesia Católica estadounidense, (aquí es clave la figura de Monseñor Bryan O. Walsh, padre de la Operación, en la práctica), que facilitó el otorgamiento de visas especiales para que un número tan alto de inmigrantes infantiles y adolescentes entrara sin problema a los EE.UU.; esto ocurrió gracias a conexiones con miembros de congregaciones religiosas en Cuba que en la isla asumieron la misión de convencer a padres y madres de mandar a sus hijos e hijas a EE.UU., adonde también viajarían ellos después. Por extraño que pueda parecer ahora, los líderes de la Revolución Cubana no se percataron de estas salidas de niños y niñas; tal vez porque no fueron masivas sino en grupos relativamente pequeños. Para 1962 ya los vuelos habían cesado por completo. Muchas familias quedaron separadas para siempre y se gestionó la adopción de niños y niñas cubanas por familias estadounidenses. Recién se reiniciaron los vuelos entre Cuba y EE.UU., por breve lapso, en 1965 para transportar a cubanos y cubanas como refugiados a los Estados Unidos.
La obra de videoarte -o imagen en movimiento, si se prefiere-, titulada “Operación Peter Pan – de ausencia en ausencia”, de Sonia Cunliffe, está fuertemente basada en una edición que entreteje extraxtos muy breves de la película documental sobre la Operación titulado “La manzana perdida”, dirigida por Cliff Solway y producida por David Susskind, que fue claramente un vehículo de propaganda en su época, y el famoso largometraje de animación “Peter Pan” (1953), de los Estudios Walt Disney. De la animación, la artista toma la exaltación de un mundo en el que los niños descubren su libertad por fuera de los confines de la rígida educación eduardiana, y esto los lleva a descubrir lo que es volar por los aires de la mano de Peter Pan, personaje eternamente juvenil (el recordatorio de que, una vez perdida, la niñez no puede ser recobrada). “La manzana perdida”, de otra parte, le ofrece la filmación en blanco y negro de la extraña y súbita experiencia de un niño cubano que se ve completamente solo en un campo de acogida para niños y niñas “Peter Pan”, en La Florida.
Con la mira puesta en cortar el consumo pasivo por parte de los espectadores, Cunliffe contrapone ambas fuentes para señalar no solo la brecha insalvable entre la fantasía de libertad del dibujo animado y la realidad dura y triste que significa adaptarse a un nuevo entorno que no es el hogar que se tuvo hasta ayer, sino que también explora la distorsión del ritmo y el sonido de la imagen en movimiento para incrustar la noción de que lo que se instaló en innumerables vidas, fue un trauma en la biosicología de individuos en etapas cruciales de formación de la persona. No es, pues, solo un logro consistente en el entretejido combinatorio de materiales, originalmente fílmicos, por un tratamiento mediante herramienfas digitales, sino en la videografía como revelación de un corte drástico, que genera ausencias -o lagunas-, en el hilo afectivo e íntimo que une a la consciencia de cada persona con la constelación de recuerdos que son su vida.
El público experimentará la alteración rítmica que va in crescendo, por efecto de la interrupción insistente, netamente percusiva y radicalmente disruptiva de los parámetros narrativos de corte sentimental que están al origen de ambas fuentes. En la corta duración de su obra, Sonia Cunliffe alcanza dimensión crítica en su comentario visual de esta inverosímil migración no consentida de cerca de 14,000 personas, que hizo del país de la niñez, una ausencia insondable.
Jorge Villacorta Chávez, octubre de 2023
La gran Ola
Artista Luidmilany Nelson
detalles