las monjas y la mar

2024

fotografía

curaduría gredna landolt
texto fernando ampuero 

Ellas, las monjas, que están casadas con Dios, y la mar, que vive arrejuntada con Neptuno, el promiscuo dios pagano que gobierna todas las aguas, se están mirando; la mar, extiende por la arena la espuma de unas agónicas olitas que se arrastran mansamente; y las monjas, trémulas, oyen el secreto llamado de otro misterio que las seduce. ¿Eso es lo que ocurre? Quizá. ¿Pero en qué momento ellas sintieron la urgencia (léase: la necesidad extrema) de descalzarse y mojar sus pies en la mar? Sonia Cunliffe, fotógrafa sensible y siempre atenta al mundo que la rodea, nos dice que tal hecho aconteció a una hora temprana, cuando salió a pasear por la orilla, a pesar de la neblina que enfriaba el aire de un verano reciente. Cunliffe las vio, corrió a su casa para recoger una cámara y registró este encuentro, fresco, espontáneo y tan cercano a la felicidad, que tanto a ella, como también a mí, y como también a usted, y a todos quienes estemos observando estas imágenes, nos llevará a pensar y soñar en lo que cada uno imagine. Definamos la situación del encuentro como un  impulso súbito, una alegría pura, un tumulto de emociones, o bien atribuyámoslo a la magia del instante detenido, o al pudor deliberadamente olvidado de unas jóvenes mujeres que han consagrado su vida a ayudar al prójimo, ya sea en postas médicas o en clínicas, o bien a endulzar el paladar de ancianas soñolientas o de niños con rabietas.

Vean y piensen. Sonia Cunliffe solo anhela compartir a través de sus fotografías, que componen aquí una breve narrativa, el simple y bello trance de gozar los momentos que nos iluminan.

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